octubre 02, 2018

Sobre la toponimia en lengua leonesa

El ayuntamiento de León ha aprobado este verano, a iniciativa de UPL y con la única abstención del partido Cs, que las placas señalizadoras de calles en este municipio cambien a color púrpura (actualmente la mayoría son azul oscuro o piedra blanca) y que estén en leonés. Recapitulando iniciativas similares, conviene comenzar por el ayuntamiento de Astorga (Llión), de mano del entonces concejal de cultura Enrique Soto, si bien lo hizo en algunas calles y recuperando su denominación tradicional, que no haciéndola bilingüe.
Otra población sería Robleda (Salamanca), de mano de José Benito Mateos Pascual, uno de los máximos defensores del leonés en aquella zona. En este caso la rotulación es bilingüe, aunque no se ha aplicado al conjunto del municipio.

Fuente: ileon.com
Finalmente estaría el caso del municipio de Truchas (Llión), que rotuló de manera bilingüe también, pero no las calles sino las señalizaciones verticales de entrada a cada localidad.
Fuente: ileon.com
A mayores, efectivamente, hay cientos de calles, plazas, callejuelas y demás vías de tránsito con nombres en lengua leonesa, porque es su nombre tradicional y no tienen otro. Una propuesta que se quedó a medio camino fue la que sucedió en Vitsablinu (Llión), donde el entonces alcalde Guillermo Murias admitió por petición cuasi popular que alguna calle estuviera transcrita en pachuezu, aunque el conjunto de la señalización siguiera siendo en castellano. Así, lo que era la calle La Pandilla pasó a ser La Pandietsa.
Fuente: propia.
Por lo tanto, la iniciativa, si se aplicara en sentido estricto, es decir, haciendo rotulación bilingüe en todas y cada una de las calles del municipio, sería la primera vez que se hace. Este extremo creo que está muy lejos de confirmarse, no solo por voluntad política del equipo de gobierno actual, sino porque ni siquiera la propuesta de UPL recoge exactamente la metodología a aplicar, trasladando la pelota a la recién creada Cátedra de Estudios Leoneses. Y creo que la pelota rebotó.

Con ello se ha abierto un debate interesante, la toponimia en lengua leonesa: tal cual como la conocemos ahora ha sido fruto de un proceso de castellanización en muchos casos, y en otros hasta de refinamiento del nombre por causar desagrado a los naturales del lugar (léanse los casos de Poimal, cambiado a Poibueno, o Alixa de los Melones cambiado a Alija del infantado). El culmen se alcanza a finales de los años 60, momento en el que podemos decir que se asientan los topónimos leoneses tal cual los conocemos.

La situación no es fácil, partimos de un territorio tremendamente castellanizado, al punto de que en buena parte del mismo el elemento comunicativo leonés se reduce a léxico en el mejor de los casos, aún en zonas de clara toponimia leonesa. Este problema de recuperar los topónimos tradicionales se ha tenido en absolutamente todas las partes donde se ha establecido un nomenclator en lengua propia. Mi intención en esta ocasión no es entrar en la cuestión de qué topónimo establecer como autóctono, sino analizar algunos casos que de seguro plantearán interesantes debates o que nunca se han visto desde esta óptica.

TOPÓNIMOS HISTÓRICOS
Cualquiera que guste de leer la diplomática del Reino de León se encontrará con que una de las ciudades más importantes fue Safagún, correspondiente con la moderna Sahagún. Safagún deriva de San Facundo, y así se denominó hasta fechas no muy lejanas. Lope de Vega cita la ciudad en una de sus comedias, y es referencia en bastantes versiones del Romance del Mio Cid. La castellanización hizo que la -f- intervocálica perdiera sonoridad y se castellanizara en la denominación actual. Esa evolución, más exactamente cambio de un idioma a otro, es de sobra conocida por los sagahunenses, que incluso disponen de una asociación cultural con tal nombre.
Monasterio de Safagún. Fuente: wikipedia.
Situación idéntica sucede con la localidad de Ledesma, Salamanca. Juan del Enzina, uno de los máximos exponentes de la literatura en lengua leonesa del siglo XV, recoge en una de sus obras teatrales el topónimo Lledesma, algo que por otra parte es coherente también con su tradición oral y gráfica aparecida en los documentos forales salmantinos durante el Reino de León. O Béjar, conocida en leonés como Beyar. En todos estos casos de topónimos históricos y hasta no hace tanto usados en el habla cotidiana, se plantearía si debe pervivir la designación actual o la tradicional, aunque esta esté en desuso actualmente.

Otro caso muy interesante es Valbona. Esta localidad, situada en el occidente de la provincia de Llión, a escasos kilómetros de la frontera con Galicia, es conocida hoy como Balboa. La documentación leonesa, por contra, la recoge como Valbona y Balbona, incluso el escudo de la villa refleja este nombre ¿Entonces por qué Balboa? Pues por influencia del gallego que conlleva la pérdida de la -n- intervocálica, rasgo típico del gallego. La zona es, ahora mismo, de habla gallega con elementos leoneses secundarios notables en contracciones y particularmente en el sistema fonético vocálico, amén de léxico más que trufado de leonesismos. Si la cuestión de Sahagún es interesante, más lo es sobre lugares que tienen denominación no en castellano sino en gallego aunque tuvieron denominación propia en leonés. Se ha asumido como algo cierto -y lo es- que el gallego es una lengua minorizada frente al español. Pero nunca se ha analizado su situación frente al leonés, ni los fenómenos de confluencia entre ambas, o qué pasó en el oeste leonés para que lo que históricamente era una zona de habla leonesa pasara a ser una zona de habla gallega con tanto elemento leonés palpable en lo toponímico, léxico, fonético e incluso gramatical ¿Lo llamaríamos Valbona o seguiríamos con Balboa? ¿Admitiríamos una doble toponimia en una lengua y en otra?

Como dije, quiero enfocar el asunto desde otra óptica, y aquí voy a dejar una reflexión que no pasará desapercibida: todo conocedor de la lengua leonesa dirá que la ciudad de León se dice en leonés Llión. Históricamente, la ciudad ha aparecido en documentos en leonés también como Lliyón e incluso Lleón, esto último en un texto tardío localizado en Cantabria en 1467. En los primeros años de reivindicación política y cultural del leonés (hablamos de finales de los 80 y más en la primera mitad de los 90), se llegó a usar la designación Lleón, por influencia de las visiones lingüísticas de Asturias que por entonces empapaban a la práctica totalidad de colectivos y asociaciones de leonés.
Fuente: blog el llagu la xana. 

La designación de Llión se inició masivamente a partir de 1998, año en que precisamente Conceyu Xoven, que usara antes Lleón como referente, pasó a usar Llión en consonancia tanto con la presencia literaria moderna como con los resultados de encuestas de campo. Y las primeras iniciativas de la organización recogieron esa denominación así como el uso de la grafía de la ï (recomiendo la lectura de mi entrada al respecto de esta grafía).
Fuente: blog de Raigañu
Se asumió de un modo rapidísimo, en muy buena medida por el constante machaque y repetición hecho a través de las concejalías gestionadas por el concejal Abel Pardo, tanto en Juventud como en Cultura Leonesa. Y lo cierto es que a día de hoy no hay un solo acto que quiera hacerse en leonés denominando a la ciudad, territorio o la propia lengua, que no use tal término. Incluso algunos colectivos asturianos se refieren a esta ciudad no como Lleón -que sería lo lógico en asturiano- sino como Llión.
Sin embargo, y eso es una evidencia, ni en la ciudad ni en los alrededores más cercanos, se denomina así, motivado por su carácter urbano y castellanizado, pero sobre todo por el peso administrativo y social que tiene el nombre de la capital de provincia y ciudad de referencia. Como mucho, y con dificultad, puede oírse Lión (encuesta realizada en Villasinta), pero no Llión ¿Es admisible denominarlo Llión cuando sus habitantes no lo hacen?

Hace ya algunos años, cuando se impartió el primer curso de leonés en Mansilla de las Mulas, Coyanza y hasta Villamañán, algunas voces muy localizadas vía internet, se dedicaron a despotricar tanto contra el curso "porque no es zona falante" como por el hecho de que se pusiera Mansiella. Extrañamente no dijeron ni dicen nada sobre Llión ¿Aplicamos la misma norma siempre o hacemos excepciones? ¿Cuándo, por qué y cómo haríamos las excepciones? ¿O simplemente actuaban de mala fe esas voces críticas? Extendamos la reflexión a más lugares y casos y entenderemos la complejidad, o no, del asunto.
Calle La Mansiella, en Villasinta (Villaquilambre). Fuente: página personal de J.M. Morala.

TOPÓNIMOS "ERRÓNEOS"
Riello, municipio omañés, es asumido como nombre en leonés Riellu, o al menos así se explica en la wikipedia. He llegado a ver escrito Riechu y Rietsu, aduciéndose recogidas orales en las zonas vecinas. Hasta no hace tanto tiempo (me atrevo a decir que apenas unas décadas) el lugar se denominaba tradicionalmente Riguiellu, algo muy acorde con su origen etimológico latino. Recientemente una noticia acerca de la reedición facsímil del libro Mil y Una canciones Populares de la Región Leonesa a cargo de Héctor Luis Suárez-Pérez, destacaba la inclusión de una tonada en leonés titulada El Coxu de Riguiellu.
Fuente: Diario de León 
No es solo esa tonada la que nos muestra la denominación tradicional de Riello, basta cogerse por ejemplo el libro El Dialecto Vulgar Leonés, de Alonso y Garrote, y ver un texto que dice "el coxo de Riguiello tiñeba unus zapatus" ¿Deberíamos decir Riellu o Rigiellu? ¿Cuál es el admisible?  Para mí es evidente que es Rigiellu, por tradición y coherencia en derivación latina. Y sin ir muy lejos geográficamente, tenemos otros que también tuvo sus pequeños fallos de apreciación en cuanto a toponimia tradicional: La Majúa, en la comarca de Babia, que es La Maxuga, perfectamente documentado por Guzmán Álvarez en El Habla de Babia y Laciana, y no La Maxúa* como también he llegado a ver.

En la Montaña Oriental leonesa se encuentra uno de los puertos con más belleza en toda la península: San Glorio. Asumiríamos que su denominación en leonés fuera San Gloriu. De nuevo, volviendo a revisar la documentación histórica, nos encontraríamos con que se llamó San Clodio, y no hace tanto tiempo: en la delimitación de la provincia de Llión de 1834, tras rechazarse los recursos territoriales demandados por la Diputación de Llión sobre algunos lugares de la moderna Ourense (citados en el mismo documento), se dicta lo siguiente:
"el límite N. es la línea divisoria actual con Astúrias desde el límite de galicia hasta el de Palencia en el puerto de San Clodio".
Portada del libro Valle de Laceana, de Ángel Rubio (1954). De aquellas, el nombre de la actual Tsaciana.

Es difícil determinar a qué punto no es un error documental de la época, tan proclive a castellanizar y normalizar todo nombre que sonara ajeno a la lengua oficial. Por ejemplo, el Diccionario Geográfico Estadístico de Madoz sobre la provincia de Llión recoge Molinaferrera como Molina Herrera, Boisán es Boizán, Priaranza es PieranzoTsaciana es Laceana (en Ponferrada hay una calle con tal nombre y en Llión otra que es La Ceana), o incluso en ese mismo documento nos figuran lugares zamoranos como Ayoo como Ayó. Si por un casual resultara que esa fuera la denominación original y tradicional del puerto ¿Se cambiaría o se dejaría como está? Es más ¿Y si nos hubieran llegado hasta hoy esas denominaciones de Madoz, qué haríamos?

TOPÓNIMOS DOBLES. Y TRIPLES.
Finalmente, habría que ver qué hacer con los lugares que gozan de doble toponimia, no solo en leonés sino otra todavía digamos que más popular. Quiero comenzar con el más popular, Valencia de Don Juan, que es de sobra conocido su alter ego nominativo, Coyanza. A tal punto es de uso popular y tradicional -sus habitantes se llaman coyantinos- que se llegó a plantear un referendum nunca celebrado para decidir si se cambiaba el nombre. Es quizás un ejemplo que no plantee muchos problemas en caso de escoger cuál es en leonés y cuál en castellano, y hasta cuál tendría más arraigo popular.
Fuente: wikipedia
En otros casos la solución no sería tan evidente. Nos movemos ahora hasta un lugar de donde procede una parte de mi familia: Chana de Somoza, población del municipio de Lluciellu (oficialmente Lucillo) a la falda del Teleno. Popularmente, aunque no frecuente de oír ya, existe la denominación de El Testeiru, en referencia a su posición apoyada en una ladera sobre el alto de El Cuetu. No es el único caso, la experiencia se repite por absolutamente toda la geografía leonesa, desde Salamanca a Llión.

Unos ejemplos muy curiosos los hallamos en la propia área metropolitana de Llión. Son Trobajo del Camino (también llamado Trobajo de Arriba y antes Trobajo de Suso) y Trobajo del Cerecedo (Trobajo de Abajo y también Trobajo de Yuso). Pero la documentación de la Catedral de Llión nos habla de un Troballo Çeresero ¿Nos suena el nombre? ¿Admitiríamos un Troballu de Yusu o Troballu Cereseru? Recordemos, no se dice así ni por sus habitantes ni por sus vecinos más cercanos, pero la documentación histórica en leonés y la tradición afirman otra cosa.


Con el documento de arriba quiero cerrar esta ronda de topónimos con un ejemplo palpable de los cambios toponímicos llevados a cabo hasta los años 60. Mi abuelo, originario de la provincia de Zamora, conoció hasta tres nombres diferentes de su pueblo natal. Actualmente el pueblo se llama Santovenia, a escasos kilómetros de Benavente, pero en el libro de familia aparece Santovenia del Conde (Zamora), fechado en 1963. Él siempre se refería al pueblo como Santuveña, y ahora mismo es sencillamente Santovenia, designación castellanizada del nombre original.

Mirando las castellanizaciones llevadas al extremo del ridículo, nótese el nombre del padre de mi abuelo: Feliz. En casa se llamaba Félis. Ahora repasemos mentalmente cuántos pueblos se denominan Feliz por la geografía del País Leonés: San Feliz de las Lavanderas, Villafeliz de la Sobarriba, Villafeliz de Babia, San Feliz de Órbigo, San Feliz de Torío, San Felices de Gallegos, Sahelices de Sabero, Sahelices del Río, etc. ¿Deberían ser San Félis, Safelices, San Felises...? ¿Y De Las Lavanderas podría ser Llabaneras o Llabaneiras?

Como vemos, hay mucho trabajo por analizar y por investigar. También que consensuar. Porque no existe la respuesta única ¿O sí?